La mujer rota - Simone de Beauvoir (Parte lI)

4 de diciembre de 2010

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- ¿Qué nos sucedía? En nuestra vida había habido disputas, pero por razones serías [...] Hay que decir también que antes teníamos en la cama reconciliaciones fogosas; en el deseo, la turbación, el placer, los rencores inútiles quedaban calcinados; nos volvíamos a encontrar uno frente al otro, nuevos y alegres. Ahora estábamos privados de ese recurso.

- La juventud y eso que los italianos designan con una palabra tan linda: la stamina. La savia, el fuego que permite amar y crear. Cuando perdiste eso, lo perdiste todo. [...] Bachelard escribió: "Los grandes sabios son útiles a la ciencia en la primera mitad de su vida, dañinos en la segunda". Se me tiene por un sabio. Por lo tanto, todo lo que puedo hacer actualmente es tratar de no ser demasiado dañino.

-¿Qué es un adulto? Un niño inflado de edad.

-Mi mirada se demoraba sorprendida en los objetos que había traido de los cuatro rincones de Europa. Mis viajes, el espacio no conservaba huella de ellos, mi memoria desdeñaba evocarlos; y las muñecas, los vasos, las baratijas estaban allí. Una nada me fascinaba, me obsesionaba. Encontrar un pañuelo de seda roja y un almohadón violeta; ¿cuándo vi por última vez fucsias, su vestido de obispo y cardenal, su largo sexo frágil? La campanilla luminosa, la simple rosa silvestre, la madreselva desgreñada, los narcisos, abriendo en su blancura grandes ojos atónitos, ¿cuándo? Podían no existir ya en el mundo y no lo sabría. Ni nenúfares en los estanques, ni trigo sarraceno en la campiña. La tierra está a mi alrededor como una vasta hipótesis que ya no verifico.

- Conservar vitalidad, alegría, presencia de espíritu es permanecer joven. Por lo tanto, la parte que le toca a la vejez es rutina, la morosidad, la chochez. No soy joven, estoy bien conservada, es muy distinto. Tomé somníferos y me metí en la cama.

- Siempre me negué a enfocar la vida a la manera de Fitzgerald, como un "proceso de degradación". Pensaba que mi relación con André no se alteraría jamás, que mi obra no cesaría de enriquecerse, que Philippe se parecería cada día más al hombre que yo había querido hacer de él. ¡Qué ilusión! La expresión de Sainte-Beave es más verdadera que la de Valéry: "Uno se endurece por partes, se pudre en otras, jamas madura".

- Mi primer encuentro con la muerte, cómo lloré. Después lloré cada vez menos: mis padres, mi cuñado, mi suegro, los amigos. Tambipen eso es envejecer. Tantos muertos detrás de uno, echados de menos, olvidados. A menudo, cuando leo el diario, me entero de una nueva muerte: un escritor querido, una colega, un viejo colaborador de André, uno de nuestros camaradas políticos, un amigo perdido de vista. Uno debe sentirse extraño cuando queda, como Manette, como el único testigo de un mundo abolido.

- Una pareja que continúa por que comenzó, sin otra razón: ¿era eso lo que estábamos a punto de volvernos? ¿Pasar todavía quince años, veinte años, sin agravio particular, sin animosidad, pero cada uno en su caldo, atado a su problema, rumiando su fracaso personal, transformada en vana? Habíamos empezado a vivir a destiempo. En parís yo estaba contenta, él sombrío. Le guardaba rencor por estar contento ahora que yo ya me había ensombrecido.

- Es cierto que la historia de la humanidad es hermosa --dijo André--. Lástima que la de los hombres sea tan triste.

- Nunca seríamos dos extraños. Uno de estos días, mañana quizá, nos reencontraríamos puesto que mi corazón ya lo había encontrado.

La mujer rota - Simone de Beauvoir (Parte l)

21 de noviembre de 2010

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- ¿Qué hacer cuando el mundo se ha descolorido? No queda más que matar el tiempo

- La perpetua juventud del mundo me corta el aliento. Cosas que amaba han desaparecido. Muchas otras me han sido dadas.

- Los libros me salvaron de la desesperación; eso me persuadió de que la cultura es el más alto de los valores, y no logro considerar esta convicción con mirada crítica.

- Conozco a esas jóvenes "a la moda". Tienen una vaga profesión, pretenden cultivarse, hacer deportes, vestirse bien, mantener impecable su departamento, educar perfectamente a sus hijos, llevar una vida mundana, en una palabra, éxito en todos los planos. Y no tienen verdadero interés por nada. Me hiela la sangre.

- ¿Qué significa amar, para él, hoy día?

- Ya no me quedaba nadie más que André a quien, justamente, no tenía. Nos creía transparentes el uno para el otro, unidos, soldados como hermanos siameses. Se había desligado de mí, me había mentido: volvía a encontrarme sobre esta banqueta, sola. A cada segundo, al evocar su rostro, su voz, atizaba, un rencor que me devastaba. Como en esas enfermedades en las que uno se forja su propio sufrimiento, cada inspiración desgarra los pulmones y sin embargo uno está obligado a respirar.

- ¿Continuará  por esta pendiente? Cada vez más indiferente... No quiero. Llaman indulgencia, sabiduría, a esta inercia del corazón: es la muerte que se instala en nosotros. No todavía, no ahora.

- Ya sé. En mi juventud se me dijo tanto que esta equivocada, tener razón me costó tanto, que rechazo equivocarme.

Primavera con una esquina rota

28 de agosto de 2010

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"No necesito armar un biobo para pensar en vos. Dirás que cuatro años, cinco meses y catorce días son demasiado tiempo para reflexionar. Y es cierto. Pero no son demasiado tiempo para pensar en vos".

"Cómo me gustaría haber caminado alguna vez, por las calles que ahora recorrés, para que tuviéramos algo en común allí también".

"Después de estos cinco años de invierno nadie me va a robar la primavera”.

"Después de todo, mi exilio es mío. No todos tienen un exilio propio. A mí quisieron encajarme uno ajeno. Vano intento. Lo convertí en mío. ¿Cómo fue? Eso no importa. No es un secreto ni una revelación. Yo diría que hay que empezar a apoderarse de las calles. De las esquinas. Del cielo. De los cafés. Del sol, y lo que es más importante, de la sombra. Cuando uno llega a percibir que una calle no le es extranjera, sólo entonces la calle deja de mirarlo a uno como a un extraño".

Memoria de mis putas tristes

10 de agosto de 2010

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"Ella no creía en la pureza de mis principios. También la moral es un asunto de tiempo, decía, con una sonrisa maligna, ya lo verás."


"Ignoraba las mañas de la seducción, y siempre había escogido al azar las novias de una noche más por el precio que por los encantos, y hacíamos amores sin amor, medio vestidos las más de las veces y siempre en la oscuridad para imaginarnos mejores. Aquella noche descubrí el placer inverosímil de contemplar el cuerpo de una mujer dormida sin los apremios del deseo o los estorbos del pudor."

"A quien me lo pregunta le contesto siempre con la verdad: las putas no me dejaron tiempo para ser casado."

"Uno de los encantos de la vejez son las provocaciones que se permiten las amigas jóvenes que nos creen fuera de servicio."

"Nunca olvidé su mirada sombría mientras desayunábamos: ¿Por qué me conociste tan viejo? Le contesté la verdad: La edad no es la que uno tiene sino la que uno siente."

"Desde entonces la tuve en la memoria con tal nitidez que hacía de ellalo que quería. Le cambiaba el color de los ojos según mi estado de ánimo: color de agua al despertar, color de almíbar cuando reía, color de lumbre cuando la contrariaba. La vestía para la edad y la condición que convenían a mis cambios de humor: novicia enamorada a los veinte años, puta de salón a los cuarenta, reina de Babilonia a los setenta, santa a los cien. Cantábamos duetos de amor de Puccini, boleros de Agustín Lara, tangos de Carlos Gardel, y comprobábamos una vez más que quienes no cantan no pueden imaginar siquiera lo que es la felicidad de cantar. Hoy sé que no fue una alucinación, sino un milagro más del primer amor de mi vida a los noventa años."

"La sangre circulaba por sus venas con la fluidez de una canción que se ramificaba hasta los ámbitos más recónditos de su cuerpo y volvía al corazón purificada por el amor."

"Descubrí que no soy disciplinado por virtud, sino como reacción contra mi negligencia; que parezco generoso por encubrir mi mezquinidad, que me paso de prudente por mal pensado, que soy conciliador para no sucumbir a mis cóleras reprimidas, que sólo soy puntual para que no se sepa cuán poco me importa el tiempo ajeno. Descubrí, en fin, que el amor no es un estado del alma sino un signo del zodíaco."

"Me sumergí en las letras románticas que repudié cuando mi madre quiso imponérmelas con mano dura, y por ellas tomé conciencia de que la fuerza invencible que ha impulsado al mundo no son los amores felices sino los contrariados."

"Ya lo sabes, Delgadina, la fama es una señora muy gorda que no duerme con uno, pero cuando uno despierta está siempre mirándonos frente a la cama."

"El sexo es el consuelo que uno tiene cuando no le alcanza el amor."

"Pasé hasta una semana sin quitarme el mameluco de mecánico ni de día ni de noche, sin bañarme, sin afeitarme, sin cepillarme los dientes, porque el amor me enseñó demasiado tarde que uno se arregla para alguien se viste y se perfuma para alguien, y yo nunca había tenido para quién."

"Así que vete a buscar ahora mismo a esa pobre criatura aunque sea verdad lo que te dicen los celos, sea como sea, que lo bailado no te lo quita nadie. Pero eso sí, sin romanticismos de abuelo. Despiértala, tíratela hasta por las orejas con esa pinga de burro con que te premió el diablo por tu cobardía y mezquinidad. En serio, terminó con el alma: no te vayas a orir sin probar la maravilla de tirar con amor."

El libro de los amores ridículos

2 de agosto de 2010

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"Y fue entonces cuando se le ocurrió plantearse cuál había sido el balance de este aspecto suyo (con pelo) que desaparecía, cuáles habían sido realmente las vivencias y las satisfacciones que había tenido aquel aspecto, y se quedó paralizado al darse cuenta de que había disfrutado bastante poco; al pensar en aquello sintió que se ruborizaba; sí, le daba vergüenza: porque vivir en este mundo tanto tiempo y que a uno le pasen tan pocas cosas es vergonzoso."

“El hombre atraviesa el presente con los ojos vendados. Sólo puede intuir y adivinar lo que de verdad está viviendo. Y después, cuando le quitan la venda de los ojos, puede mirar al pasado y comprobar qué es lo que ha vivido y cuál era su sentido”.

“Pero así suele suceder en la vida: el hombre cree que desempeña su papel en determinada obra y no sabe que, mientras tanto, han cambiado el decorado en el escenario y, sin darse cuenta, se encuentra en medio de una representación completamente distinta”.

"Y nos vemos obligados a aprender una y mil obras en las que tenemos que interpretar uno y mil personajes, y al final de la función, cuando los focos se apagan y el silencio entra por donde antes salió la gente, nos volvemos a quedar insultantemente solos, con la única reminiscencia del rayo de calor que dejó tras de sí el foco que un día nos iluminó."

“Puede que te quiera mucho. Pero quizá por eso mismo será mejor que nos quedemos como estamos. Puede que un hombre y una mujer estén más cerca el uno del otro cuando no viven juntos y cuando simplemente saben que existen y que están agradecidos por existir y por saber el uno del otro. Y sólo con esto les basta para ser felices”.

“Si no le dijeses más que la verdad, lo que realmente piensas de él, establecerías un diálogo en serio con un loco y tú mismo te convertirías en un loco. Y así es como nos funciona el mundo que nos rodea. Si insistiese en decirle la verdad a la cara, eso significaría que me lo tomo en serio. Y tomarse en serio algo tan poco serio significa perder la seriedad."

La tregua

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"Era un borracho extraño, con una luz especial en los ojos. Me tomó de un brazo y dijo, casi apoyándose en mí: >>¿Sabés lo que te pasa? Que no vas a ninguna parte<<. Otro tipo que pasó en ese instante me miró con una alegre dosis de comprensión y hasta me consagró un guió de solidaridad. Pero ya hace cuatro horas que estoy intranquilo, como si realmente no fuera a ninguna parte y sólo ahora me hubiese enterado."




"Hay una especie de reflejo automático en eso de hablar de la muerte y mirar en seguida el reloj."




"A veces me siento desdichada, nada más que de no saber qué es lo que estoy echando de menos."




"Lo que deseo ahora es mucho más modesto que lo que deseaba hace treinta años y, sobre todo, me importa mucho menos obtenerlo. Jubilarme, por ejemplo. Es una aspiración, naturalmente, pero es una aspiración en cuestabajo. Sé que va a llegar, sé que vendrá sola, sé que no será preciso que yo proponga nada. Así es fácil, así vale la pena entregarse y tomar decisiones."




"Cuando alguien se siente brillantemente desgraciado, entonces sí vale la pena llorar con acompañamiento de temblores, convulsiones, y, sobre todo, con público. Pero, cuando además de desgraciado, uno se siente opaco, cuando no queda sitio para la rebeldía, el sacrificio o la heroicidad, entonces hay que llorar sin ruido, porque nadie puede ayudar y porque uno tiene conciencia de que eso pasa y al final se retoma el equilibrio, la normalidad."




"Ella me daba la mano y no hace fala más nada. Ella me da la mano y eso es amor."




"Qué feo es eso de que le digan a uno la verdad, sobre todo si se trata de una de esas verdades que uno ha evitado decirse aún en los soliloquios matinales, cuando recién se despierta y murmura pavadas amargas, profundamente antipáticas, cargadas de autorrencor, a las que es necesario disipar antes de despertarse por completo y ponerse la máscara que, en el resto del día, verán los otros y verá a los otros."




"Hay que lograr que se despierte en los demás la vergüenza de sí mismos, que se sustituya en ellos la autodefensa por el autoasco. El día en que el uruguayo sienta asco de su propia pasividad, ese día se covertirá en algo útil."




"Esta vez me metí en un café, conseguí una mesa junto a la ventana. En un lapso de una hora y cuarto, pasaron exactamente treinta y cinco mujeres de interés. Para entretenerme hice una estadística sobre qué me gustaba más en cada una de ellas. Lo apunté en la servilleta de papel. Este es el resultado. De dos, me gustó la cara; de cuatro, el pelo; de seis, el busto; de ocho, las piernas; de quince, el trasero. Amplia victoria de los traseros."




"Si alguna vez me suicido será en domingo. Es el día más desalentador, el más insulso. Quisiera quedarme en la cama hasta tarde, por lo menos hasta las nueve o las diez, pero a las seis y media me despierto solo y ya no puedo pegar los ojos. A veces pienso qué haré cuando toda mi vida sea domingo."




"Lloraba con los ojos en alto, sin pasarse las manos por la cara, lloraba con orgullo."

Gracias por el fuego

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"Mira, el otro día escuché en la televisión a un diputado colorado y se burlaba en la misma cara del pueblo. Su tesis era ésta: >>Durante cuatro años ustedes se quejan de aquellos diputados que, como yo y tantos otros, importamos autos baratos. Lo consideran la gran inmoralidad. Pero cuando llega el momento de vota, ustedes nos eligen a nosotros, no a los que se abstuvieron de aprovechar la ventajita. Eso quiere decir que el pueblo no le da mayor importancia a esos detalles <<.


- Qué careta


Claro que es una careta. Sin embargo, en el fondo, desgraciadamente tenía razón. La gente le da cada vez menos importancia a detalles que tienen que ver con la moral política es el voto, se resigna y se las ingenia para hacer él también su pequeño negocio, su módica estafa. Convencete de que la crisis más grave en este país es la crisis de ejemplo."




"Ustedes creen que la revolución es andar sin corbata."






"¿Quién puede vivir en este país, en este mundo, en este tiempo, de acuerdo a sus principios, a sus normas, a su moral, cuando en realidad son otros quienes dictan los principios, la moral y las normas? Además, esos otros no consultan a nadie. Todos estamos mezclados con todos. Nadie es químicamente puro. El marxista trabaja, por ejemplo, en un banco. el católico fornica sin pensar en la sagrada reproducción de la especie, o haciendo lo posible por evitarla. El vegetariano convicto come resignadamente su churrasco. El anarquista recibe un sueldo del Estado. ¿Quién puede vivir las veinticuatro horas del día, en un todo de acuerdo con su Dios, su conciencia, su fanatismo o su credo?"






"Nuestra vida se compone de tres etapas; vacilar, vacilar y morir; la muerte, en cambio, no vacila frente a nosotros; nos mata y se acabó; y el gran espía, la formidable quinta columna que ha instalado la muerte en nosotros, se llama el escrúpulo; ya sé, yo tengo escrúpulos; vos también, entendeme que no estoy contra el escrúpulo; pero es la quinta columna de la muerte; porque gracias al escrúpulo, vacilamos, y se nos pasa el tiempo de gozar, de gozar ese minuto feliz que, como gracia especial, fue incluido en nuestro programa; nos pasamos toda la vida soñando con deseos incumplidos, recordando cicatrices, construyendo artificial y mentirosamente lo que pudimos haber sido; constantemente nos estamos frenando, conteniendo, constantemente estamos engañando y engañándonos; cada vez somos menos verdaderos, más hipócritas; cada vez tenemos más vergüenza de nuestra verdad; por qué entonces no puedo hacer posible tu minuto feliz; además tengo curiosidad, lo reconozco, por saber si no podrá ser también mi propio minuto feliz; a lo mejor es el de ambos; quiero decir que no tenemos que darle ventajas a la muerte, porque ella no nos hace la mínima concesión; después de que estés muerto y yo muerta, ya no habrá posible retroceso, no será posible volver a este instante en que vos me deseás desesperadamente y yo soy todavía dueña de mi decisión; esta mañana, cuando llegué a este planteo, no pude menos que reírme; ¿Cómo podemos ser tan torpes que hasta ahora le hayamos estado ofreciendo a la muerte esta ventaja gratuita del escrúpulo?"




"Lo único seguro es que sos mejor que todas tus imágenes, que todas las imágenes que yo tengo de vos. ¿Quise esperar este instante a solas, sin prisa exterior y sin testigos, para decirme con todas las letras, que estoy enamorado? Quizá sólo semienamorado. Porque ella dice que no, que no me quiere. Y para estar total, completa, absolutamente enamorado, hay que tener plena consciencia de que uno también es querido, que uno también inspira amor."