Rutinas - Mario Benedetti

14 de julio de 2012

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A mediados de 1974 explotaban en Buenos Aires diez o doce bombas por noche. De distinto signo, pero explotaba. Despertarse a los dos o las tres de la madrugada con varios estruendos en cadena, era casi una costumbre. Hasta los niños se hacían esa rutina.
Un amigo porteño empezó a tomar conciencia de esa adaptación a partir de una noche en que hubo una fuerte explosión en las cercanías de su apartamento, y su hijo, de apenas cinco años, se despertó sobresaltado.
- ¿Qué fue eso?, preguntó. Mi amigo lo tomó en brazos, lo acarició para tranquilizarlo, pero, conforme a sus principios educativos, le dijo la verdad: "Fue una bomba".
- ¡Qué suerte!, dijo el niño. Yo creí que era un trueno.

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